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G&A Gispert

Un agradable viaje al siglo XIX

Paseando por el barrio de la Ribera me llama la atención un establecimiento situado delante de una de las fachadas laterales de la iglesia de Santa Maria del Mar. La verdad es que no entiendo cómo no había dado antes con su presencia, porque el escaparate ya parece advertir de que no se trata de una tienda como muchas otras. Los carteles de fuera avisan que nos encontramos delante de un lugar auténtico; me quedo con el “1851” en letras doradas sobre fondo negro que corona el establecimiento.

Así que cruzo el umbral de la puerta –con mucha predisposición- me dejo transportar siglo y medio atrás. En un primer vistazo observo un largo mostrador que me queda a mano derecha y estanterías a ambos lados con productos varios que sólo identifico fijándome un poco más de cerca. Veo especias y hierbas, aceites y vinagres, cereales, chocolates, conservas y salsas, cafès, tes e infusiones, mieles y mermeladas, y todo tipo de frutos secos (almendras, avellanas, orejones, piñones y un largo etcétera), la especialidad de la casa que ellos mismos tuestan. De hecho, cuando me adentro en la tienda descubro, guiada por un ruido de fondo que todavía no identifico, al fondo a mano izquierda, un magnífico horno de leña en funcionamiento que es, evidentemente, la seña de identidad de la casa y único en su especie en toda Europa. Me dicen que la máquina lleva aquí desde los inicios del establecimiento y, ahora prestando más atención a mi alrededor, doy casi por sentado que el mobiliario de madera que hace que se respire una atmósfera casi rural es también original.

Me pica la curiosidad y acabo conociendo la historia de tan emblemático establecimiento. Resulta que Joseph Gispert, médico de profesión, lo fundó en 1851 para que se ocuparan sus hijos (cuyas iniciales encabezan el nombre del negocio). Entonces funcionaba como almacén y vendía al por mayor productos coloniales como cacao, café, té, especias y sobre todo azafrán, una de las especias más cara que existen, procedentes la mayoría de las Américas. Más tarde se especializó en la torrefacción de café y frutos secos y, desde 1992, sigue esta tradición de la mano de la familia Margenat, que vende tanto al por mayor como al detalle. En efecto, el local se mantiene fiel a sus orígenes en todos los aspectos, cosa que le confiere mucho encanto y personalidad.

Después de un rato en este museo donde las piezas de arte se exponen en cajones y envases que –pienso-quedarían estupendamente en la cocina de casa, pido a uno de los cuatro dependientes –vestidos con delantal verde y una sonrisa- que me aconseje en cuestión de tes, que busco algo para salir de mi rutina de Earl Grey. Con paciencia, me deja meter la nariz en un montón de tarros de diferentes procedencias y, finalmente, elijo el que me ha enseñado en primer lugar: un te chino bastante suave con naranja y limón.

Mientras me empaqueta los 100 gramos de te mi vista vuelve a recorrer estanterías y cestas y recae en el dispensador rojo donde se supone que debería haber pedido turno. A primera hora de la mañana, soy una de las dos únicas clientas, pero me huelo que a media mañana deben de tener más trabajo. De hecho, fuera ya hay turistas que rondan y sacan fotos del establecimiento, seguramente debido al prestigio que el premio Coq d’Or, concedido por la asociación francesa Les Gourmands Asociés en 1999, ha proporcionado a estos maestros tostadores, que desde entonces son considerados unos de los 10 mejores artesanos alimentarios de Europa.

Pago en el contador mi te y un puñado de nueces que de repente se me antojan, y me dispongo a volver al 2010 cuando veo, en el escaparate, un cartel que anuncia packs regalo. Pienso que no me importaría en absoluto recibir por Navidad –época que supongo concentra más actividad- una cesta de mimbre llena de frutos secos de aquí y de allí, tarros de miel y mermelada, chocolates…Realmente una buena idea para obsequiar a los más gourmet con un capricho de lo más sano.

Me voy nada extrañada de que muchos turistas incluyan a E&A Gispert en su ruta por el barrio del Born y la Ribera. Aunque sólo sea para cotillear, vale la pena entrar.

11-01-2011



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Bcn
Redacción de BcnRestaurantes.com
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Articulo realizado por los profesionales de la redacción de BcnRestaurantes.com.